Bienaventurados los mansos

«Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra.» (Mateo 5:5)

La mansedumbre no es lo mismo que la debilidad. A Jesús le llamaron «manso», y sin duda es la persona más fuerte que jamás haya existido. Las personas mansas no permiten que todo el mundo les pase por encima porque son débiles y tienen miedo. En cambio, contienen conscientemente su deseo natural de rebelarse y hacer su propia voluntad. Estas personas se someten al Señor en obediencia a su voluntad. Esto es signo de fortaleza y sabiduría. No obstante, esta actitud no se valora en este mundo.

Las personas mansas por lo general no se exaltan a expensas de los demás ni se defienden en su propio orgullo. Por eso, en nuestra sociedad no suelen ocupar los mejores puestos ni tener el mayor poder. Pero Jesús dice que las estructuras de poder de este mundo se pondrán de cabeza. Como ya se dijo en el Salmo 37:11: «Pero los mansos heredarán la tierra y se deleitarán en abundante paz». Al final, confiar en Dios trae más prosperidad y bendición que defender tus propios derechos.

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