Dios nos habló primero a través de los profetas y en estos últimos días a través de Su Hijo «a través del cual también creó el mundo» (Hebreos 1: 1-2). La palabra griega «eón» que se traduce aquí como «mundo» significa «siglos». Este siglo llegará a su fin, para pasar al próximo siglo, porque el Hijo de Dios será el Rey por toda la eternidad, literalmente hasta las edades de las edades (Apocalipsis 11:15).
Frutos de la muerte de Jesús
Un fruto importante de la muerte del Hijo de Dios en la cruz fue que Él «se entregó a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, de acuerdo con la voluntad de nuestro Dios y Padre» (Gálatas 1: 4). Dios quiere liberar a sus hijos de este presente mundo malvado.
Ya podemos experimentar eso ahora si estamos dedicados a Él con un corazón indiviso. Si en todo lo que somos y hacemos, no queremos ser conformados a este mundo (edad), «transformados por la renovación de su mente, para que al probar puedan discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es bueno y aceptable y perfecto” (Romanos 12: 2).
Centrándose en Dios
Mientras pensemos como piensa el mundo, no podemos encontrar la voluntad de Dios para nuestras vidas. Si nuestro pensamiento está centrado en Dios, nos preguntamos cómo podemos hacer feliz a nuestro Padre celestial. Y si el Reino de Dios está siendo servido por lo que hacemos, teniendo en cuenta que «nuestra ciudadanía está en el cielo, y de ella esperamos un Salvador, el Señor Jesucristo» (Filipenses 3:20). Nosotros, como sus seguidores, no pertenecemos a este mundo, sino al que está por venir.
¿Qué controla tu vida?
Pablo dice que no debemos dejarnos controlar por las cosas cotidianas, por ejemplo, a través de las preocupaciones y la riqueza. Estas son características del mundo actual, cosas que ahogan la Palabra, como dice Jesús en Mateo 13:22. Cuando habla acerca de su regreso, nos advierte con las palabras: «Pero vigílense para que sus corazones no se vean agobiados por la disipación, la embriaguez y los cuidados de esta vida, y ese día los golpee repentinamente como una trampa» (Lucas 21:34 )
Cuando buscamos por primera vez el Reino de Dios y su justicia, no tenemos que preocuparnos, sino que recibiremos lo que necesitamos (Mateo 6:33) y estaremos preparados para su venida.
Resistencia
Con esta actitud podemos prepararnos para la próxima era. Con la firme intención de no dejarnos controlar por un mundo que se rebela contra Dios, un mundo que, controlado por el gobernante de este mundo, intentará vehementemente alejarnos de Dios e incitar a la rebelión contra Él. Pero el Espíritu Santo nos da fuerzas para resistir. El Espíritu Santo es el ayudante que Dios ha dado a los que le obedecen (Hechos 5:32).
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