“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza…” (Romanos 15:13).
Leer: Romanos 15:4-13
29 de Diciembre: 1 Crónicas 4–6; Juan 6:1-21
“¡No! ¡No! ¡NO!”, grité. El río que estaba cerca de nuestra casa había crecido, corría y sonaba con fuerza y se desbordaba. Inmediatamente salimos de casa y subimos a la parte alta para evitar algún desastre. En esos casos no se puede hacer más nada que correr o subir al cerro. Cuando el río se desborda arrastra piedras, palos, barro, y puede destruir todo el sembrío y hasta a la misma casa. Y me quedé parado sin poder hacer nada mientras el agua se desbordaba.
¿Cuántas veces nuestros hijos han intentado verter leche y la derramaron, en tanto que el líquido blanco corría por todas partes? O tal vez no recordemos que una botella de gaseosa estuvo rodando por el baúl del auto… y el resultado fue explosivo y alarmante. O cuántas veces al llenar una taza se nos pasó la mano y la hemos llenado hasta derramar.
Entonces, que se derramen cosas nunca es bueno. Mucho más si son de valor. Pero puede haber una excepción. El apóstol Pablo usa la imagen de abundar para describir a personas tan llenas del Espíritu de Dios que, naturalmente, rebosan de esperanza (Romanos 15:13). Me encanta la imagen de estar llenos hasta el tope de gozo, paz y fe debido a su poderosa presencia en nuestras vidas. A tal punto, que no podemos evitar expresar una confianza cautivadora en nuestro Padre celestial, ya sea en las etapas soleadas y maravillosas de nuestra vida, así como cuando la copa proverbial de la experiencia humana se agita. Sea como sea, lo que desborda, transmite una esperanza vivificadora para los que “se empapan” con ella.
Dios nos ordena a ser llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:18). Dice que nadie debe embriagarse, es decir, nadie debe ser adicto a nada, pero sí todos deben ser llenos del Espíritu. Vacíos de lo malo pero llenos de lo bueno. La llenura del Espíritu significa control, gobierno, dirección, inclusive andar. Pablo dice: “Andad en el Espíritu…” (Gálatas 5:16), que significa vivir bajo el dominio del Espíritu; ser gobernado por el Espíritu, seguir su dirección. Esto lo dice porque la libertad puede degenerar en libertinaje, pero el Espíritu Santo nos capacita, llena, controla, para vencer los deseos de la carne, cuando nos sometemos permanentemente a su poder y dominio.
El resultado es que somos llenos del Espíritu mostrando así ser llenos de todo gozo y paz, desbordamos de estas cualidades cuando nos mantenemos llenos del Espíritu. La persona que es lleno de todo gozo y paz y de esperanza hará lo que está bien libremente y no estará atado ni condenado a sus emociones.
“Señor, que mi vida desborde de esperanza”.
El Padre nos da el Espíritu Santo para que seamos como el Hijo.
Ten buen ánimo!!