«Me darás a conocer la senda de la vida; En Tu presencia hay plenitud de gozo; En Tu diestra hay deleites para siempre.» (Salmos 16:11)
Larry es un joven con un, supuestamente, brillante y maravilloso futuro por delante, pero su vida está hecha un desastre. Le fue mal en los exámenes y está abandonando los estudios, su novia lo engañó; a sus padres les parecía imposible, pero un ‘amigo’ le habló acerca de esas píldoras que puede tomar y que le harán sentir todo bien de nuevo.
¿Por qué podría cualquiera de nosotros abandonar rápidamente todo lo que sabemos que es correcto? Porque la búsqueda del placer y la felicidad nos empuja desde todos los lados, como si fuera nuestro derecho.
Dios construyó dentro de nosotros el deseo de alcanzar lo más valioso; y cuando todos los medios de comunicación nos dicen que la felicidad y el placer son nuestro derecho, somos llevados al engaño de pensar que eso es lo más valioso. Lo buscamos con todas nuestras fuerzas y quedamos inevitablemente frustrados, y usualmente destruidos.
En Filipenses 3:7-14, Pablo relata que descubrió que Jesús en Sí mismo es lo más valioso y que descartó todo lo demás por lo valioso y gozoso que es seguir a Cristo. Al seguir a Cristo, encontró verdadero gozo y felicidad, que son subproductos de conocer personalmente el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6).
Al vivir en la presencia de Dios descubrimos la verdadera vida y el verdadero gozo.
En el Salmo 16:11, el rey David, el salmista, alaba a Dios por mostrarle el camino de la vida verdadera, por descubrir que la plenitud de gozo se encuentra en la presencia de Dios y por los placeres que vienen para siempre mientras permanecemos en Su presencia.
Eso es perseverancia y nuestra única dificultad es resistir el impulso de saltar lejos de la presencia del Señor para perseguir nuestro propio placer, que es el mensaje con que el mundo nos presiona desde todos los ángulos.
¿Podemos vivir este día en la felicidad que viene de seguir a Dios, la única fuente de gozo verdadero?