Gracia y misericordia son dos palabras que se usan muy a menudo en la Biblia, por lo que son palabras muy importantes para entender. Un resumen rápido es: la gracia es obtener lo que no mereces y la misericordia no es lo que mereces.
Gracia
Para nosotros, como cristianos, somos salvos del castigo de nuestro pecado, por la gracia de Dios. Efesios 2: 8-9 dice: «Porque es por gracia que han sido salvos, por fe, y esto no es de ustedes mismos, es el don de Dios, no por obras, para que nadie pueda presumir». Una otra maniera de recordar fácilmente dónde representa la gracia es: GRACIA – Las riquezas de Dios a expensas de Cristo.
Cuando creemos que Jesús murió por nosotros en la cruz, por fe aceptamos el perdón de Dios, y con él vienen muchas otras bendiciones y riquezas espirituales, todo por lo que Jesús hizo por nosotros (Efesios 1: 3). Así que estamos obteniendo lo que no merecemos y eso es gracia.
Misericordia
Según la ley de Dios, hemos sido condenados a ser castigados. Pero debido al gran amor de Dios por nosotros, envió a Jesús a pagar la deuda de castigo por nosotros. Debido a esto, Él nos permitirá ser liberados de nuestro castigo. Entonces no estamos obteniendo lo que merecemos y eso es misericordia. «Pero Dios, siendo rico en misericordia, por el gran amor con el que nos amó …» (Efesios 2: 4).
Ejemplo de gracia y misericordia
Por ejemplo: imagine a un criminal que se presenta ante un juez que lo condena a la pena de muerte porque la ley lo exige. Y si entonces el juez toma el castigo en lugar del criminal y muere en su lugar. El juez deja su casa y su dinero, toda su herencia al criminal. ¿Cómo crees que vivirá el criminal después de eso? No solo escapó del castigo, sino que también recibió una herencia que originalmente nunca debería haber recibido.
Esto es exactamente lo que Jesús ha hecho por nosotros. Él tomó el castigo por nosotros como el juez, esto es misericordia. Dejó su casa, dinero y posesiones al criminal. Esto es gracia: recibir lo que no merecemos. La gracia y la misericordia se ha demostrado a todos los cristianos en todo el mundo por lo que Cristo ha hecho por nosotros. Del mismo modo, Dios nos llama a tratar a los demás con gracia y misericordia. Pidiéndonos que demostremos amor a quienes no lo merecen, y perdonando a quienes nos han perjudicado.
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