«Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Consideren, pues, a Aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra Él mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón»(Hebreos 12:1-3).
Nuestro mayor ejemplo de perseverancia es nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Él siempre permaneció bajo Su Padre, en Su Padre y en la protección de Su Padre.
Juan 5:36 dice que Él sólo hizo el trabajo que el Padre le dió por cumplir.
Juan 8:19 dice que al ver a Jesús, conoceremos a Su Padre.
Juan 8:38 nos dice que Jesús habla lo que ha visto de Su Padre.
Juan 8:54 dice que Jesús nunca se glorificó por sí mismo, pero dejó eso a Su Padre.
En Juan 14:10 Jesús dijo que Él nunca habló con su propia autoridad, sino que Su Padre trabajaba a través de Él.
En Juan 15:15 Jesús dijo a sus discípulos todo lo que había oído de Su Padre.
Finalmente, Hebreos 12:1 nos anima a correr con perseverancia la carrera que Dios nos ha dado, basado en la gran nube de testigos que han corrido antes que nosotros.
Hebreos 12:2 nos indica que mantengamos nuestros ojos en Jesús, quien por el gozo puesto delante de Él, perseveró hasta la cruz, y en el versículo 3, que consideremos a Jesús que soportó tal hostilidad para que no nos cansemos ni desanimemos.
¿Estás viviendo en Jesucristo como Él vivió en Su Padre? Cuando la gente te mira, ¿ve y conoce a Jesús? Cuando las personas oyen lo que dices y ven lo que haces, ¿quieren conocer a Jesús, la fuente de nuestra vida? ¿Estás aprendiendo el gozo de la perseverancia, viviendo tu vida completamente bajo la dirección del Espíritu Santo?