¿Por qué Dios es la ‘Simiente prometida’ de Génesis 3:15?

«Y la Palabra se hizo carne» (Juan 1:14)

Al principio, Dios y el hombre mantenían una perfecta comunión, sin embargo, el hombre pecó y la comunión perfecta se rompió (Leer Génesis 1 – 3), y el mundo entró en un estado de tinieblas de pecado. Pero, en Génesis 3, Dios mismo condescendió con el hombre y buscó restaurar la comunión ¿Qué hizo? prometió que a través de la “descendencia de la mujer” o la “Simiente de la mujer” (Génesis 3:15), el hombre pecador volvería a mantener comunión con Él.

Asimismo, sabemos que esa “Simiente” es Cristo (Gálatas 3:16). Y sabemos, también, que Cristo es la Palabra de Dios, es decir Dios mismo (Juan 1:1). Entonces podemos decir que Dios mismo es la Simiente prometida. Esto sucedió solo a través de la ENCARNACIÓN. El apóstol Juan presenta así este gran misterio “Y la Palabra se hizo carne”, ¿qué entendemos por esto?, en pocas palabras: DIOS SE HIZO HOMBRE. Este misterio implica verdades fundamentales a tener en cuenta:

Dios Hijo se hizo carne

Como cristianos, nosotros creemos en un solo Dios en tres personas: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Y aunque no podemos entenderlo con totalidad, ni mucho menos graficarlo con precisión, las Escrituras dan testimonio de esta verdad. Por eso, es importante entender que “la Palabra” es Dios Hijo, la Segunda Persona de la Trinidad o el Hijo de Dios. Por tanto, el Hijo de Dios, siendo verdadero y eterno Dios, cuando llegó el tiempo establecido asumió la naturaleza humana sin pecado, esto es “se hizo carne” (Gálatas 4:4).

Dios Hijo no dejó de ser Dios al encarnarse

Cuando llegó el tiempo establecido para que Dios Hijo se encarnara, Él no dejó de ser Dios para ser hombre, sino que siendo Dios añadió a su naturaleza divina una naturaleza humana. Por tanto, el Hijo de Dios siendo una persona, posee en sí dos naturalezas (divina y humana). Él es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Aunque estas naturalezas están unidas, no están mezcladas ni se confunden (Filipenses 2:6-7).

Dios Hijo no aparentó ser hombre

En el tiempo de Juan surgieron falsas enseñanzas que afirmaban que la encarnación de Dios Hijo era una mera apariencia, es decir que Cristo solo parecía humano pero que realmente no lo era (docetismo, leer 1Juan 4:1 – 6). Pero Juan afirmó que “la Palabra se hizo carne”, no que aparentó ser carne, sino que se hizo carne. El Hijo de Dios ahora es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre.

Por tanto, el nacimiento de Jesús es la encarnación del eterno Hijo de Dios. Él es la Simiente prometida de Dios. Pero, siendo verdaderamente humano es el único que no asumió una naturaleza pecaminosa o heredó el pecado original.

¿Por qué es importante creer en la Encarnación?

  • Porque si creemos en esa gran verdad seremos hijos de Dios. (leer 1Juan 4; Juan 1 12-13)
  • Porque es el fundamento para amar genuinamente a nuestro prójimo. (leer 1Juan 4)
  • Porque es la base para vivir en verdadera humildad. (leer Filipenses 2)

¡Señor que esta gran verdad impacte fuertemente nuestros corazones!

Compartir post