¿Qué es el «siglo presente» y el «siglo por venir»?

present age - age to come

El Antiguo Testamento establece un tiempo presente de pecado y un tiempo futuro de redención. Así también el Nuevo Testamento establece dos siglos: este siglo y el que está por venir. El apóstol Pablo afirmó en Efesios 1.21 “Dios ha puesto a Cristo por encima de cualquier gobernante, autoridad, poder y dominio, tanto de este siglo como del que está por venir”.

Las Escrituras han dividido toda la historia humana en dos siglos o tiempos: el presente y el venidero. La palabra «siglo» se refiere a un largo periodo de tiempo, a veces eterno.

El siglo presente

Conocido en la Biblia como “este siglo, este tiempo, el presente siglo, este mundo”. Comprende desde la creación hasta la segunda venida de Jesucristo. Este siglo se caracteriza porque: es de pecado (Efesios 2.2), es malo (Gálatas 1.4), de sufrimiento (Marcos 10.29,30), de muerte (Lucas 20.34 – 40), su filosofía es terrenal, estrictamente humana, y diabólica (1Corintios 1.20; Santiago 3.15).

Satanás, aunque atado, influye en este siglo, caído y malvado, que continuará hasta el regreso de Cristo cuando traiga consigo el siglo por venir y la consumación de su Reino (2Corintios 4.4; 1Juan 5.19).

El siglo venidero

Conocido en la Biblia como “el siglo que está por venir, la era por venir”. Comprende desde la segunda venida de Cristo hasta la eternidad. Este siglo se caracteriza porque: es eterno (2Corintios 4.18), todo dominio, autoridad y poder que se opone a los propósitos de Cristo es destruido (1Corintios 15.24 – 26), los cuerpos de los que están en Cristo son redimidos por completo (Romanos 8:23), la nueva creación está en su plenitud (Romanos 8.21).

Satanás será lanzado en el lago de fuego y azufre y el Reino de Dios será consumado en Cristo al final de los tiempos. (Apocalipsis 20.10; 22.1 – 5).

Disfrutando hoy de las bendiciones del siglo venidero

Sin embargo, en este presente siglo ya estamos gozando de bendiciones del siglo venidero, por ejemplo: Cristo ya está reinando en tiempo presente y, por medio de su pueblo, el Reino está siendo proclamado (Efesios 1.20-21; 2.6), el sello del Espíritu Santo en el cristiano es la garantía de una herencia eterna (Efesios 1.14) y el nuevo nacimiento del pecador, que ha recibido solo en Cristo, es el inicio de la nueva creación que se espera en el siglo por venir (2Corintios 5.17).

Así que, hermanos, yo les ruego, por las misericordias de Dios, que se presenten ustedes mismos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. ¡Así es como se debe adorar a Dios! Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto. (Romanos 12.1,2)

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