¿Qué significa que Dios es eterno?

Una cosa que hace a Dios completamente diferente de los humanos, es su naturaleza eterna. Esto significa básicamente que Dios trasciende todas las limitaciones del tiempo. Él es sin principio y sin fin, como leemos en Apocalipsis 1:8, «Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es y el que era y el que ha de venir, el Todopoderoso«. Esto es asombroso. Nunca entenderemos del todo lo que significa, pero estudiemos algunos versículos de la Biblia que pueden ayudarnos a crecer en nuestro conocimiento sobre el Dios eterno.

Dios Ya Existía Desde Antes de la Fundación del Mundo

La Biblia comienza con el conocido versículo «En el principio, Dios creó los cielos y la tierra» (Génesis 1:1). Esto indica que Dios ya existía antes de que los cielos y la tierra llegaran a existir, lo cual es confirmado por muchos otros versículos de la Biblia. Léase, por ejemplo, el Salmo 90:2

Antes de que nacieran los montes
o antes de que formaras la tierra y el mundo,
desde la eternidad hasta la eternidad tú eres Dios.

No sólo Dios el Padre, sino también Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo han estado en coexistencia. El apóstol Juan escribe sobre la Palabra de Dios, que es una descripción poética del Dios Hijo: «En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él no se hizo nada de lo que se hizo» (Juan 1:1-3). Génesis 1:2 deja claro que el Espíritu Santo también participó en la creación: «La tierra estaba desprovista de forma y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo. Y el Espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas«.

Dios Nunca Tendrá Fin

Dios no únicamente no tiene principio, sino que tampoco tiene fin. Toda la creación desaparecerá en un momento dado, incluidos los cielos y la tierra, en la manera en que los conocemos. Pero incluso entonces, Dios permanecerá. ¡Tan grande es nuestro Dios!
El Salmo 102:25-27 lo expresa en una canción:

Desde la antigüedad Tú pusiste los cimientos de la tierra
y los cielos son obra de tus manos.
Ellos perecerán, pero Tú permanecerás;
Todos ellos se desgastarán como un vestido.
Los cambiarás como un manto, y pasarán,
pero Tú eres el mismo, y tus años no tienen fin.

Dios No Cambia

El Señor no es como los humanos que nacen como bebés pequeñitos, luego crecen y se desarrollan como adultos, y finalmente envejecen. Santiago 1:17 lo menciona como «el Padre de las luces, con quien no hay variación ni sombra debida al cambio«. Y Hebreos 13:8 confirma que «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre«. No sólo la esencia de Dios es inmutable, sino también sus propósitos. «El consejo del Señor permanece para siempre, los planes de su corazón para todas las generaciones«. (Salmo 33:11) Efesios 1:4 y 2 Timoteo 1:9 nos enseñan que su plan de salvación ya fue diseñado desde antes de la fundación del mundo, y que nunca lo ha abandonado. Eso hace que Dios sea completamente digno de confianza.

Dios No Comparte Nuestra Concepción del Tiempo

El Señor Dios creó el tiempo, pero no está limitado por él. Él existe sin límites de tiempo. Él es la última realidad, y, por lo tanto, no está sujeto a ninguna restricción. Apenas podemos imaginar lo que debe ser vivir sin limitaciones temporales y sin experimentar la vida como una sucesión cronológica de acontecimientos. Esto deja aún más claro que los humanos somos demasiado limitados para entender a Dios. Sin embargo, es importante ser conscientes de que la concepción del tiempo de Dios es diferente a la nuestra. Por ejemplo, cuando se trata del cumplimiento de sus promesas: «No olvidéis, amados, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, como algunos consideran la lentitud, sino que es paciente con vosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos lleguen al arrepentimiento». (2 Pedro 3:8-9) «Porque mil años ante tus ojos son como el día de ayer, o como una vigilia en la noche.» (Salmo 90:4)

Es Grandioso Tener un Dios Eterno

La naturaleza eterna de Dios no solamente es asombrosa, sino que también es reconfortante. No debemos temer que Él deje de existir, o que cambie de opinión sobre nuestra salvación. Si pones tu confianza en el Señor, ten la seguridad de que «el Dios eterno es tu morada, y debajo están los brazos eternos«. (Deuteronomio 33:27)

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