Qué tipo de música preferimos depende de quién somos, nuestra educación y nuestra personalidad, y no es posible decirle a la gente lo que deben gustar y no gustar. Sin embargo, como cristianos, reconocemos ciertas directivas en todas nuestras opciones, cómo nos vestimos, lo que comemos, lo que hacemos, nuestras carreras, nuestros socios de la vida, y así también la música que escuchamos.
La principal directiva debe ser «sea que coman, sea que beban, o cualquier otra cosa que hagan, háganlo todo para gloria de Dios» (1 Corintios 10:31); y «todo lo que puedan decir o hacer, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de Él» (Colosenses 3:17). Además Pablo nos dice: «Por último, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, fíjense en estas cosas” (Filipenses 4:8)
Hay una gran cantidad de música popular que en el texto, el ritmo, o el clip de vídeo se centra en el sexo de una manera que no está honrando a Dios. El sexo se comercializa como un artículo de consumo para disfrutar en cualquier momento, con cualquier persona, en cualquier lugar. Sin embargo, la Bíblia nos enseña que el objeto del sexo es que funcione como una unión gloriosa de un marido y mujer dentro del matrimonio. No pertenecemos a este mundo pecaminoso. La creación de actitudes erróneas hacia el sexo y deseos sexuales pecaminosos son probablemente los principales problemas asociados con la música popular. Aparte de eso existe música que glorifica la violencia o el uso de drogas, y música que habla con odio o desprecio de ciertos grupos humanos.
Así que cuando la música que escuchamos es agradable a Dios, de tal manera que estaremos encantados de que el Señor venga y se siente junto a nosotros mientras estamos escuchando nuestra música, lo más probable es que esa música es muy buena. Además, si el texto o el estado de ánimo de la música es edificante y nos lleva a alabar al Señor, confiarlo, y acercarse más a Él, entonces este tipo de música es probablemente aceptable para un cristiano.
Si tienes alguna duda de si la música que estás escuchando es sospechosa, o si te sientes un poco infeliz al escucharla, entonces es muy probable que el Espíritu Santo te está advirtiendo que dejes de escuchar. Es mejor alejarse, y no participar en la escucha a este tipo de música. Es un hecho bien conocido que la música puede afectar tu estado de ánimo, tus actitudes y tu mente subconsciente, y por lo tanto tu relación con Dios.
La palabra de Dios nos dice que guardemos nuestro corazón: «Por encima de todas las cosas cuida tu corazón porque de él mana la vida» (Proverbios 4:23). Cuando nos enfocamos en el Señor, también en la manera de seleccionar la música que nos permitos escuchar, podemos aplicar la promesa de Filipenses 4:7 a nuestra vida: «La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús».
Por supuesto, escuchar música cristiana, sea ‘gospel’ moderno, himnos, o la música clásica, es una gran manera de dar honra y gloria a Dios. A la vez, tal música te inspirará a alabar al Señor. En lugar de tratar de determinar hasta qué límite podrías usar la música sin que Dios se ponga demasiado enojado, ¿por qué no buscar la música que es más agradable a Él y más saludable espiritualmente para ti mismo?
Si deseas ser un cristiano fuerte y efectivo, tal como en el caso de la música que escuchas como en cualquier otra cosa que haces, es de vital importancia entender que no tenemos el derecho de tomar nuestras propias decisiones. Pertenecemos a Cristo y hay que someterse a Él. Cuando la paz de Dios llena nuestras vidas, mentes y corazones, eso es una buena posición de ánimo para saber si hemos tomado las decisiones correctas o no.