“En el principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba con Dios, y Dios mismo era la Palabra.” (Juan 1.1)
El apóstol Juan escribió el cuarto Evangelio de la Biblia, lo redactó para revelar que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios y que solo en Él hay vida eterna (Juan 20.30,31). Este Evangelio tuvo relevancia en su tiempo dado que la iglesia estaba siendo atacada con enseñanzas que negaban que Jesús era el Cristo (1Juan 2.22). De igual manera, y por ser inspirado por Dios, sigue siendo vital para la iglesia de hoy, puesto que tenemos los mismos problemas.
El «Logos» es la Palabra de Dios. (Juan 1.1)
El apóstol Juan utiliza el término «Palabra» (‘logos’ en griego) para afirmar de Jesús, la «Palabra de Dios», su deidad como Dios Hijo (Juan 1.1,14; 1Juan 1.1; Apocalipsis 19.13). Este título surge del pensamiento veterotestamentario de Juan, en donde se le atribuía personalidad, sabiduría y poder creativo a la «Palabra de Dios» (Génesis 1; Salmo 33.6, 119.89; Isaías 55.10,11; Proverbios 7.24; 18.15,16). Además, el término «Logos» era muy conocido y significativo en el trasfondo de la sabiduría griega.
En el principio ya existía el «Logos». (Juan 1.1a)
Juan empieza su Evangelio escribiendo «En el principio…», enlazando su Evangelio con la creación en Génesis. Esto lo hace para afirmar la gran verdad de que «ya existía el Logos» antes de la creación de todas las cosas. El autor aseveró la preexistencia continua de el «Logos». Por tanto, no tiene origen, no es creado sino es eterno. Jesús, el «Logos» de Dios, es eterno.
El «Logos» estaba con Dios. (Juan 1.1b)
En todo su Evangelio, el escritor hace notar la relación muy cercana que existe entre Jesús y Dios el Padre. Esta comunión íntima es eterna, es decir antes de la fundación del mundo «el Logos estaba con Dios». Esta relación “filial” entre Dios y el «Logos» refleja su carácter personal. Jesús, el «Logos» de Dios, es una persona.
Dios mismo era el «Logos». (Juan 1.1c)
Establecida la preexistencia y la persona de el «Logos», solo se puede llegar a concluir que es «Dios mismo». Es interesante observar que, Juan no está diciendo que el «Logos» solo tenga algunas características divinas, tampoco que existan dos dioses y mucho menos que sea alguna divinidad inferior a Dios. Jesús, el «Logos» de Dios, es Dios mismo.
El sentido del enunciado nos lleva a afirmar que: El «Logos» posee desde la eternidad, juntamente con el Padre y el Espíritu Santo, la naturaleza divina. Jesús, el «Logos» de Dios, es Dios Hijo, la Segunda Persona de la Trinidad.