Regocíjate en tu propio marido/mujer

«El que comete adulterio no tiene entendimiento;
El que lo hace destruye su alma.
Heridas y vergüenza hallará,
Y su afrenta no se borrará.»(Proverbios 6:32-33)

Lectura: Proverbios 6:32-33

La Biblia es muy clara sobre la moralidad sexual. Dios ha diseñado el matrimonio como una relación de compromiso de por vida entre un hombre y una mujer. Únicamente dentro de este contexto, la sexualidad debe disfrutarse como un don de Dios. Cualquier otra relación sexual está prohibida. El texto de hoy subraya que el adulterio es destructivo. Esta observación se repite varias veces en el libro de los Proverbios. Por ejemplo, en Proverbios 5:3-5, se lee:

«Porque los labios de la mujer prohibida gotean miel
y su habla es más suave que el aceite,
pero al final es amarga como el ajenjo,
aguda como espada de dos filos.
Sus pies descienden a la muerte;
sus pasos siguen el camino del Seol».

Varias historias bíblicas nos demuestran que esto es verdad. Cuando un marido o una mujer son infieles, su matrimonio y su vida familiar sufren graves daños. Cuando un marido tiene varias esposas (Jacob, por ejemplo, tenía cuatro), la familia se llena de conflictos y odio. Basado en las leyes de Dios y en la experiencia humana, el libro de Proverbios nos exhorta: «alégrate con la mujer de tu juventud… embriágate siempre de su amor. ¿Por qué has de embriagarte, hijo mío, con una mujer prohibida?» (Proverbios 5:18-20).

¿Sigues estas directrices morales en relación con el matrimonio y la sexualidad?

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